sábado, 9 de enero de 2010

¿Cómo iluminar una vivienda?

Utilizaremos criterios que no nos alejen de la estética ni de un aprovechamiento óptimo de los recursos que nos proporciona la gran cantidad de alternativas luminosas que disponemos en la actualidad.

Vamos a partir de la hipótesis de estar constituida por los siguientes espacios:

• Entrada
• Cocina
• Salón
• Cuarto de estar
• Dormitorio 1
• Dormitorio 2
• Dormitorio 3
• Cuarto de baño 1
• Cuarto de baño 2

Consideraciones generales.

La dirección de la iluminación ideal es la similar a la luz del sol, es decir la cenital.
En el caso de interiores sería la que proviene de techo pero dos circunstancias complican la situación, una que posiblemente no tenemos gran altura y otra que no se dispone de grandes superficies.
Analizando la cuestión se pudo verificar que la luz indirecta, entendiéndose por tal la que proviene de la reflexión de la luz sobre el techo o las paredes puede ser la ideal en una vivienda.
Además el defecto principal que se atribuye a este modo de iluminar, y es la falta de modulación de las sobras, se puede atenuar con la interacción de la luz reflejada sobre objetos próximos.
Por lo tanto aconsejamos, para una vivienda, la utilización prioritaria de esta forma de iluminar siempre que sea posible y se aproxime a los gustos personales de los ocupantes de la misma.

Entrada.

Significa la parte de la vivienda que primero se muestra al visitante y por ello debe producir una impresión agradable.
Sea una visita de compromiso, de la familia, de amigos o simplemente la llegada del cartero, será necesario disponer de un buen nivel de iluminación en esta zona de la casa para que el que llegue pueda ser atendido en función de la misión de la que sea portador, por ejemplo recepcionar un telegrama.
Normalmente el techo será de escayola y a una altura similar a la existente en la cocina, que suele estar situada en su proximidad.
Para este espacio sugerimos una batería de apliques halógenos orientables, cuadrados o redondos, color oro viejo (aquí primará el tipo de decoración) y en cantidad suficiente para conseguir un nivel alto de iluminación y en disposición próxima a las paredes, iluminando los cuadros que suelen colocarse.
Nota: No debe preocuparnos si, por ejemplo, llegamos a instalar 500 ó más vatios ya que el periodo de encendido será normalmente breve.

Otra disposición de los puntos de luz puede ser la instalación de apliques en las paredes, como complemento de lo indicado anteriormente.

Aspectos que deben ser tenidos en cuenta:

Las lámparas halógenas suelen conectarse a muy baja tensión, normalmente 12 voltios y para lograrlos necesitamos el auxilio de un transformador, existiendo en el mercado dos modelos de estos aparatos, electromagnético, que tiene un peso importante y no estabiliza la tensión y otro electrónico, más ligero, que sí estabiliza la tensión y que puede ser a la vez regulador de luz. Este último deberá ser de una marca reconocida y siempre es más caro que el descrito anteriormente.
También existe la posibilidad de colocar las lámparas dicroicas a la tensión de red pero resultan más caras que las otras.

Cocina.

Para este espacio hay que analizar las tareas que se van a realizar. Cocinar, además de ser un arte es una necesidad y requiere bastante atención siendo por ello preciso disponer de una buena luz y bien direccionada. Habitualmente las tareas culinarias se llevan a cabo en la encimera que acompaña el perímetro de la estancia y gracias a los muebles empotrados podemos permitirnos esconder una serie de fuentes de luz lineales, dispuestas con difusor protector y además con interruptor. Existen también modelos que incorporan una base de enchufe. Con este tipo de instalación tenemos resuelta la iluminación puntual o localizada quedando por resolver la iluminación general. Para lograrla podemos recurrir a la iluminación fluorescente por varios motivos. Primero porque tiene una elevada eficiencia energética y podemos dejarla, toda o parte, encendida mucho tiempo sin excesivo gasto. Y porque existen dos formas de hacerlo, según la superficie del techo, empotrando una luminaria o varias de 600x600 mm o colocando encastrables de 230 mm de diámetro. En cualquiera de los dos supuestos hemos de utilizar luminarias medianamente protegidas contra los vapores grasos.

Salón.

Siguiendo el criterio señalado al principio sobre la luz indirecta se nos ofrecen las siguientes alternativas:
- El salón es grande y además se desea colgar una lámpara de cristal de roca tipo araña que ha permanecido en nuestra familia generación tras generación.
En este caso podemos situar la lámpara encima de la mesa comedor y luego iluminar los espacios que resten con lámparas de mesa, o de pie.
- El salón es grande y no sabemos como iluminarlo.
Podemos recurrir a la iluminación general con aros halógenos y luego resaltar ambientes. Para lectura, conversación, etc.
- El salón es pequeño.
Solución intermedia entre los dos supuestos.

Pasillo.

Como continuación de la entrada se colocará los mismos aros empotrados que en aquella.

Dormitorios.

Dos opciones:

Podemos empotrar en el techo aros halógenos de otro modelo distinto del elegido para la entrada y el pasillo y complementar el conjunto con lámparas en la/las mesitas de noche y si se desea alguna lámpara de pie.

O colocar, si es posible, apliques en las paredes que junto con las lámparas de las mesitas y alguna de pie completarán el conjunto.

En ambos casos el encendido de cada grupo será independiente.

Cuarto de estar.

Podemos crear varios ambientes:

El primero basado en apliques de techo halógenos.

El segundo formado por lámpara de pie o si es posible aplique en la pared, para ver la televisión, teniendo muy presente que no deberá percibirse en la pantalla ningún reflejo.

Finalmente, en la zona de lectura se situarán luces para este cometido. Para ello podemos recurrir a luces indirectas con brazo para la lectura.

Cuartos de baño.

Hay que destacar dos aspectos:

Iluminación general basada en aros de halógenos en el techo o de lámparas reflectoras tipo R-39 o R-50

Iluminación del espejo o zona adyacente en base a la propia iluminación del mismo o bien al auxilio de halógenas en su vertical o linestras (lámparas incandescentes lineales) en los laterales.

Regulación de los puntos de luz.

Con la excepción de las fuentes fluorescentes, que tienen cierta complicación y que además no suele ser necesario, todas las demás pueden ser reguladas con dispositivos externos y fácilmente integrables a posteriori si es que se decide por ellos.

domingo, 3 de enero de 2010

Carta de la energía eléctrica a los más jóvenes.

Hola amigos jóvenes:



Sin duda habéis oído hablar de mí y conocéis alguna de mis singularidades. 
Ha llegado el momento de que sepáis más cosas.
Se me conoce con el nombre de energía eléctrica.
Existo desde la formación del mundo o tal vez un poco antes.
La gente siempre me ha rehuido, asustada, cuando, en las tormentas, salto de una nube a la tierra o de una nube a otra nube, rugiendo. En esos momentos, me lo paso muy bien aunque reconozco que no estoy para relacionarme con nadie.
Sin embargo, tuve un amigo griego, llamado Tales de Mileto que me descubrió un buen día de una forma más placentera, más estática.
Simplemente frotando un fragmento de vidrio (entonces no había plásticos) con un trozo de lana, averiguando mi lado positivo. Hizo lo mismo con ámbar y descubrió mi lado negativo.
Realmente tengo los dos signos, los dos sentidos, los dos aspectos.
Juego con la atracción y la repulsión.
Ha sido más recientemente, en 1808, año en que se montó la primera pila eléctrica, cuando he empezado a ser comprendida, estudiada, analizada y utilizada.
Hoy sirvo a la humanidad, demostrando con ello que soy muy servicial pero hay aspectos de mi carácter “especial” que deseo comentaros porque os puede afectar de forma muy directa.
Aunque podáis tutearme tened presente que...
¡Soy muy estricta y siempre hay que utilizarme con mucho respeto!
¿Por qué os cuento esto?
Veréis, no sé si os habéis dado cuenta, pero sin mí el mundo no funciona.
¡No es por darme importancia, todo lo contrario, pero es una gran verdad!
¡Pensadlo un momento!
¿Os pongo un ejemplo?
Mañana, antes de levantaros, yo me ausento de vuestra casa y de la ciudad... ¡veréis la cantidad de cosas raras que empiezan a ocurrir! :
Por lo pronto el despertador no os despierta, aunque la fuerza de la costumbre es la causante de que abráis los ojos al presentir que es más tarde que lo habitual de otros días, ¡10 minutos más tarde!. Salís disparados de la cama, entráis en el baño y... ¡No tenéis luz!
¡Tampoco agua, porque la bomba que lo impulsa no puede funcionar!
Avisáis a los padres, mal o bien salís del trance y como una flecha bajáis por la escalera, porque el ascensor no funciona. Corriendo llegáis al colegio y allí descubrís que tampoco estoy.
¡No estoy para nadie!
Pero como soy muy cumplidora aparezco al poco rato.
¡Qué alivio!
Sin embargo, os quedáis un poco preocupados pensando, por ejemplo, lo que seria de vuestro helado preferido, almacenado en el congelador, si yo faltase mucho tiempo...
Y cosas parecidas...
¡Tranquilos!
No es fácil, ni habitual, que yo me ausente mucho tiempo.
Ya sabéis que puede ocurrir por una avería donde me regenero (central eléctrica) o por donde viajo hasta vuestra casa (tendido eléctrico).
Un aspecto muy importante del que quería hablaros y preveniros es sobre lo que podía ocurrir, cuando, por desconocimiento, sois vosotros los que provocáis mi ausencia o mi falta de control.
Soy portadora de mucha fuerza y si no se me utiliza respetando unas reglas, me descontrolo y no deseándolo, puedo hacer mucho daño a las personas, como quemaduras, paradas cardiacas, y a los bienes, destrozos e incendios.
Por eso os voy a comentar lo más elemental referido a mí y luego si estáis interesados, podéis seguir estudiando otras particularidades mías. A lo mejor me dejan comunicarme con vosotros en más ocasiones.
Lo que tenéis que tener siempre presente:



• Soy vuestra amiga y estoy a vuestro servicio.
• No me llevo muy bien con el agua por lo que conviene que nunca nos juntéis.
• Me desplazo por cables de cobre protegidos con plástico o goma, no permitáis nunca que el cobre aparezca por rotura del plástico.
• Si lo veis de esta forma, avisad a alguien que pueda arreglarlo.
• Necesito para poder discurrir por los circuitos una serie de elementos de protección para vosotros, por si me descontrolo, son los conocidos como fusibles, interruptores, etc.
• Si tenéis hermanos muy pequeños, conviene que todos los enchufes de la casa estén protegidos, para evitar que los orificios no sean objeto de su curiosidad y traten de llegar a ellos con algo fino y metálico.
• Si los circuitos por donde deseáis que circule están en malas condiciones puedo llegar a calentarlos en exceso y eso se notará, porque el olor a plástico quemado es muy característico. Antes de que pase algo serio debéis avisar de lo que está ocurriendo.
• Deseo comentaros también que en la entrada de vuestra casa está lo que se conoce como cuadro de maniobra y protección. Allí se alojan, y conviene que lo recordéis siempre, el interruptor diferencial, que protege a las personas contra fugas de corriente, el interruptor magnetotémico que protege a los receptores de sobre intensidades y cortocircuitos y unos interruptores magnetotémicos que protegen específicamente una serie de circuitos.



Como no deseo cansaros, ya hablaremos con más detalle de todo esto en otra ocasión...

viernes, 1 de enero de 2010

La energía reactiva y el factor de potencia

Aunque se trata fenómenos que afectan sólo a la industria y muy poco al sector domestico conviene hacer referencia a los mismos, ya que alguno de nuestros lectores puede estar interesado en conocerlos.
Es bastante complicado explicar, en lenguaje coloquial, los dos conceptos.
Sin embargo, empleando analogías que nos resulten familiares, sí que podremos.
Para empezar hemos de recordar que existen dos tipos de corriente eléctrica:

Una, las de las pilas y baterías, conocida como CC (corriente continua).

Y otra, la de nuestra red eléctrica, denominada CA (corriente alterna).

Ambas tienen su historia, que vamos a comentar de pasada y que nos servirá para fijar ideas.


 
¿Alguien se ha preguntado alguna vez por qué no tenemos corriente continua en nuestras casas?


 
Eso es lo que quería el Sr. Edison, el inventor de la bombilla pero no era factible porque transportar desde la lejana central eléctrica grandes cantidades de electricidad llevaba consigo unas pérdidas muy serias.


 
Sin embargo él persistía en esa idea.


 
Fue un empleado suyo, Nikola Tesla, quién desarrolló la corriente alterna que sí se podía transportar a grandes distancias con unas pérdidas más reducidas gracias a los transformadores, que también realizó a escala industrial.


 
“Dado que la sección de los conductores de las líneas de transporte de energía eléctrica dependen de la intensidad, podemos, mediante un transformador, elevar el voltaje hasta valores muy altos (alta tensión).
Gracias al mismo la energía puede ser distribuida a largas distancias con bajas intensidades de corriente y, por tanto, con bajas pérdidas. Una vez en el punto de utilización o en sus cercanías, el voltaje puede ser de nuevo reducido (con otro transformador) para su uso industrial o doméstico de forma cómoda y segura.”


 
Es sabida la gran rivalidad existente entre ellos, conocida como “la guerra de las corrientes”.


 
“Edison sostenía, para desprestigiarla, que la corriente alterna sólo servía para ser utilizada en la silla eléctrica y para demostrarlo se dedicaba a electrocutar públicamente perros y caballos y con ello poner en entredicho la idea defendida por Tesla.”


 
Edison era autodidacta sin estudios académicos y entender los fenómenos que se originan en circuitos de corriente continua le resultaba fácil, pero no así los de corriente alterna.


 
Sin embargo, Tesla era ingeniero y por ello tenia mayor preparación.


 
En aquella época el circuito de corriente continua estaba formado por la fuente de energía (normalmente una dinamo), una bombilla, una estufa o una plancha más los conductores, interruptores y algún fusible.


 
O sea, los receptores sólo eran resistencias.


 
En corriente alterna pueden existir además otros receptores y esto es muy importante porque ya vamos al meollo del asunto.


 
Esos receptores son las bobinas o solenoides, y los condensadores.


 
Para resumir diremos que salvo el calentador, la plancha, la cafetera, la tostadora, las estufas y las bombillas, el resto de los receptores de una vivienda llevan bobinas (tal es el caso de los motores) y condensadores, o ambos.


 
Pues bien, la existencia de bobinas y condensadores genera una serie de fenómenos que para estudiarlos es necesario tener una base matemática de cierto nivel.


 
Pero, como decíamos al principio, buscaremos formas de explicarlos.


 
Por ejemplo sabemos que si vamos en coche y pretendemos subir una pendiente, perderemos velocidad y posiblemente haya que reducir la marcha para conseguir la potencia necesaria, no sólo para que avance el coche, también para que ascienda. Así resolveremos el problema y seguiremos el viaje.

 

 

Observemos que el trayecto recorrido en esa pendiente es mayor que si se hubiera tratado de una recta.


 

 
Resultado: habremos perdido el ritmo del viaje y gastado más carburante.

¿Qué otra solución tenemos?

Ninguna, a no ser que elijamos otro itinerario u otro destino.


 
Lo cierto es que la carretera tiene esas gracias, inherentes al terreno.


 
También existen “contratiempos” en receptores que tienen motores o transformadores, bobinas en ambos caso.

 
Una bobina conectada en un circuito de corriente alterna presenta un comportamiento curioso y es que no admite de entrada que pase por ella intensidad y se resiste, cosa que no ocurre en corriente continua. Por este motivo la intesidad no está en fase con la tensión, está desfasada.

 
De ahí nace el desfase y en alterna hemos de considerar tres potencias, una llamada activa, otra reactiva y otra aparente.



Las tres coexisten pero realmente la que produce trabajo es la activa.

La reactiva es necesaria para crear los campos magnéticos necesarios para que gire un motor o para crear la tensión secundaria en un transformador.


 

 
¡No podemos prescindir de ella!


 

 
Pero provoca, por decirlo de alguna forma, que haya pérdidas que obligan a sobredimensionar las líneas.


 
La fórmula de la potencia que conociamos como P=V x I, en corriente continua, se ve convertida en:


 
P = V x I x cosφ


 
El cosφ es el factor de potencia, es una relación entre la potencia activa y potencia reactiva. Indica la eficiencia con la que la energía se está utilizando.


 
Puede alcanzar un valor entre 0,25 y 0,99.


 
Un alto factor de potencia, indica una alta eficiencia y por el contrario, un bajo factor de potencia, baja eficiencia.


 
Un bajo factor de potencia, indica que no se está utilizando plenamente la energía, y la solución es compensar la instalación.


 

 
Compensar: poner condensadores en la instalación.


 

 
Así como en la carretera no podemos hacer nada, en la industria se soluciona el tema colocando condensadores porque estos actúan de forma contraria a las bobinas y anulan su efecto.


 
Vamos a explicarlo recurriendo a un circuito ya visto, el de encendido de un tubo fluorescente.



Como sabemos en el circuito existe una reactancia que es una bobina.

Gracias al condensador, puesto en paralelo en los bornes de entrada y que se representa como se aprecia en la figura, conseguimos eliminar el resultado de la bobina pero de tal forma que ésta cumpla su función, la de encender el tubo, pero sus efectos reactivos no pasen al resto de la instalación.


 
De eso se trata.


 
¿Por qué resulta perjudicial y costoso mantener un bajo factor de potencia?


 
El hecho de que exista un bajo factor de potencia en la industria produce los siguientes inconvenientes:


 
Al titular del contrato:


  • Aumento de la intensidad de corriente.
  • Pérdidas en los conductores y fuertes caídas de tensión.
  • Incrementos de potencia de las máquinas, transformadores, reducción de su vida útil y reducción de la capacidad de conducción de los cables.


La temperatura de los conductores aumenta y con ello disminuye la vida de su aislamiento.


 

 Aumento en la factura por consumo de energía reactiva.


 

 
A la empresa distribuidora de energía:


 
  • Mayor inversión en los equipos de generación, ya que su potencia en KVA debe ser mayor, para poder entregar esa energía reactiva adicional.


 
  • Mayor dimensionamiento en las líneas de transmisión y distribución así como en los transformadores para el transporte y transformación de esta energía reactiva.


 
  • Elevadas caídas de tensión y baja regulación de voltaje, lo que puede afectar la estabilidad de la red eléctrica.


 

 

 

 

 

sábado, 26 de diciembre de 2009

La regulación y el control de la luz artificial.

En la vivienda y en cualquier ambiente podemos conseguir unos niveles de iluminación acordes con nuestro estado anímico.
Así, en un momento de recogimiento podemos crear un estado de penumbra reconfortante y, una vez pasado, volver al nivel de luz anterior.
Todo lo que vamos a tratar, a continuación, tiene que ver con ello.

La regulación y el control de la luz artificial.



















Regular la luz es variar su intensidad, adaptándola a un nivel deseado.
Y controlarla es interrelacionarse con ella y saber su estado y valor, incluso a distancia.
La regulación y control de la luz ocupa los primeros puestos de consideración de ahorro energético, suponiendo que el 15% del consumo, que se atribuye al alumbrado, siga siendo cierto.

El género humano, a través del tiempo, ha estado acostumbrado a los distintos niveles y contrastes que le proporcionaba la luz natural.
No era de extrañar, por ello, que una vez inventada la luz artificial, con sus distintas fuentes emisoras, no se investigase la posibilidad de regularla.
Los objetivos perseguidos se centraban, en un principio, sólo en su regulación y en este momento podemos decir que hay soluciones para prácticamente todas las fuentes de luz.
Insistimos en ello: podemos regular “prácticamente” todas las fuentes de luz.
La salvedad se refiere a las que basan su funcionamiento en la descarga y de éstas, las lámparas de vapor de mercurio con halogenuros metálicos, pueden ser una excepción. El motivo es la inestabilidad de su tono de emisión, en el momento de regularla.
Sin embargo no podemos ser categóricos ya que en estos momentos hay alternativas que parecen entrever un futuro de regulación continua para esta fuente, a partir del 50% de su emisión luminosa.
Para centrarnos en la explicación que sigue debemos, necesariamente, catalogar, de nuevo, las fuentes de luz existentes:
Como más antiguas tenemos las bombillas incandescentes, con sus diversas formas, estándar, esférica, vela, reflectora, espejo o spot, sofitos, etc.











Después, en una época más próxima a nuestros días, apareció la versión incandescente halógena, con sus variantes: bajo voltaje, dicroica, lineal a tensión de red, doble envoltura y reflectora halógena.





Mientras tanto habían ido surgiendo las lámparas de descarga, como la de vapor de mercurio de baja presión, conocida familiarmente como fluorescente, vapor de mercurio alta presión, luz mezcla, vapor de sodio baja presión, vapor de sodio alta presión, vapor de mercurio con halogenuros metálicos, y xenón.






Si no estamos acostumbrados a trabajar con ellas puede confundirnos tal cantidad y variedad, por ello vamos a situarlas en una de sus aplicaciones típicas para poder reconocerlas, ya que, desde su aparición, nos acompañan en nuestro quehacer diario.

Bombilla estándar: La de siempre, la que suele ponerse, de forma provisional, cuando nos entregan una vivienda, donde cuelgan del techo unos portalámparas conocidos como “de obra”.
La esférica y vela se instalan en los cuartos de baño y en las arañas de cristal.
La reflectora y la spot, en los escaparates.
El modelo sofito, en los cuadros.
Las halógenas dicroicas de bajo voltaje (12 V) han irrumpido en nuestra vivienda para resaltar espacios, rincones y después, entradas a las mismas.
No imaginamos, en este momento, un hall sin aros empotrables con halógenas dicroicas.

La lámpara fluorescente podemos situarla en las oficinas y garajes, también en supermercados.
La versión de vapor de mercurio en las Iglesias y en las calles.
La de sodio baja presión en las lindes de las naves industriales, como lámpara de seguridad (puede estar encendida toda la noche con un consumo mínimo).
El tipo de sodio alta presión en las autopistas y últimamente en el alumbrado público.
Las lámparas de halogenuros metálicos en las tiendas muy iluminadas, boutiques y en proyectores para fachadas y rótulos.
Finalmente las de xenón se utilizan en los proyectores de los cines y recientemente las llevan algunos vehículos como alumbrado de cruce e intensivo, cómo opción, con un importante suplemento económico.

¿Verdad, que indicado así, nos son más familiares y hasta podemos justificar la enorme cantidad de tipos catalogados?

Todas las aludidas son susceptibles, en mayor o menor grado, de regularse, excepto una, la de sodio baja presión y no es relevante,

Pero, ¿por qué ese afán por regular?

Citaremos varios motivos:
• Ahorro de consumo y ahorro por reposición ya que una fuente de luz regulada sufre menos desgaste.
• Confort. El órgano de la vista padece menos ya que también necesita momentos de descanso.
• Finalmente, la estética del diseño nos obliga a buscar nuevas soluciones que sorprenden a propios y a extraños.

Curiosamente, ahorro, confort y diseño, conceptos que a todos suenan, constituyen el “leiv-motiv” de nuestra sociedad.
¿Cómo empezar a regular?

La regulación de la luz incandescente.

Con varios encendidos podemos resolver el problema de forma elemental. Por ejemplo, en una tienda muy concurrida, a medida que haya menos clientes podemos ir apagando zonas, de forma gradual y muy estudiada, logrando un objetivo loable: no derrochar. Si además esos apagados están programados en base a un estudio previo, podremos conseguir que no se note en exceso.

En los teatros, y a principio del siglo pasado, se puso en marcha un sistema que consiguió lograr lo que se pretendía, es decir, descensos progresivos del nivel luz, para destacar anocheceres, o al revés, amaneceres o para apagar el alumbrado general al empezar la función.
Nos sirve que ni pintado este ejemplo porque era sinónimo de derroche.
Lo vamos a entender enseguida.






El sistema se basaba en la utilización de un reóstato, cuyo funcionamiento es sencillo de entender. Consiste en introducir unas residencias en serie y así la intensidad que va llegando a las lámparas era cada vez menor, luciendo menos, hasta apagarse. ¡Genial¡ Pero las resistencias podían calentar la sala, con lo cual no se eliminaba el consumo no utilizado en luz, se le daba otra aplicación no pretendida.
Eliminamos este sistema de nuestro archivo, por derrochador.
No nos sirve al día de hoy.

El diodo semiconductor.











Conocido también como diodo rectificador.
Hablar de este componente nos viene bien porque la electrónica, a partir de ahora, va a salir al paso para ayudarnos en la regulación.

El diodo es un semiconductor de silicio, preferentemente, dopado con impurezas para conseguir, en la llamada porción N un exceso de electrones y en la P una ausencia de los mismos, o presencia de huecos, que lo hace positivo.











Si unimos una porción del tipo N con una porción del tipo P, lograremos que en una alternancia de la corriente alterna sea conductor y en la otra no lo sea, es decir, conseguimos esto:













O sea, que conduzca a impulsos.
En la práctica si intercalamos un diodo en el circuito de una bombilla, observaremos, después de unos momentos de parpadeo de la misma, hasta que se caliente su filamento, que luce la mitad y si medimos el consumo prácticamente se situará en la mitad.









¡Hemos conseguido un regulador TODO-MITAD-NADA y que permite a la carga consumir toda su potencia, la mitad o cero¡

Pero buscamos algo más definitivo, con más futuro, y, prescindiendo de más pruebas, llegamos al DIMMER.

Dimmer, del ingles to dimmer, enturbiar, es un aparatito totalmente electrónico que aloja en su interior un conjunto diac-triac que permite recortar la onda desde sus inicios y de forma progresiva, consiguiendo ¡la regulación de la luz¡










El dimmer tiene normalmente el aspecto externo que vemos a continuación:



Es decir, que se integra con el resto de los mecanismos de una vivienda.
Se conecta en serie con la carga y debe dimensionarse de acuerdo ella.
Actualmente se fabrican, en este formato, para 500 W máximo y la prudencia aconseja no sobrepasar el 80% de su capacidad, es decir, en este caso 320W.






Otra forma de presentarse es:





Existen modelos de potencias muy altas, pletinas de hasta 5000 W, que además pueden asociarse para totalizar 25000 W.
Deben alojarse en armarios de control ya que no caben en cualquier sitio.






Si tenemos oportunidad de analizar el interior de un dimer como el representado anteriormente veremos una pieza curiosa que es el filtro, una ferrita bobinada de la forma siguiente:






¿Un filtro para qué?

En el acto de regular se genera mucha radiointerferencia, sobre todo en el rango de AM y los receptores de radio sintonizados en este esa gama de ondas la captan, emitiendo ruido. Para minimizarlo deben incorporarse potentes filtros, como los representados.

Hay tres tipos básicos de dimmer, uno cuyo componente principal es el diac-triac, otro que incorpora un tiristor y finalmente el que lleva un transistor MOS-FET.

¿Por qué, de nuevo, surge la variedad?

Porque las cargas pueden ser distintas y el comportamiento en el principio de la regulación puede crear intensidades no deseadas.
¿Cargas distintas? ¿No estamos hablando de lámparas y sólo de lámparas?
Si, pero no…
Vamos a explicarlo:
Las cargas son efectivamente lámparas como la versión incandescente (una de las que pueden ser reguladas) que presenta una resistencia pura R.

Sin embargo la versión halógena también puede ser una resistencia pura, si funciona a tensión de red (230V) o si se trata de una halógena a baja tensión (12V), la carga es un transformador electromagnético, que presenta una inductancia L.

Y si el transformador mencionado es electrónico, lleva en su interior una serie de condensadores, como filtros para suprimir las interferencias y presenta un comportamiento distinto.
A esta carga se la reconoce como C.

La conducta de un regulador diac-triac permite arrancar cargas resistivas e inductivas, tales como bombillas incandescentes, halógenas a tensión de red y puede conectarse al primario de un transformador electromagnético cuyo secundario de 12 V encienda una lámpara halógena dicroica.
El recorte de fase se conoce en este caso como corte de onda ascendente y se entiende porque la intensidad debe ir ascendiendo gradualmente y en el transformador electromagnético va a encontrarse con el efecto de la autoinducción, es decir, una oposición a crecer y como, inevitablemente, lo va a hacer, no se notará en demasía este efecto.



A esta acción se la conoce como recorte de onda ascendente y lo que se consigue “mordisqueando” la senoide es que la potencia proporcionada se vea mermada y por ello la luz oscila de un máximo a un mínimo y además el consumo también lo hace.
El eje de ordenadas es la intensidad y el de accisas el tiempo.
Este comportamiento se representa así:






El proceder de un regulador para el uso en trasformadores electrónicos que admitan la regulación (atención, no todos la admiten) es distinto ya que al conectarse se produce una sobreintensidad debida a los condensadores de los filtros, que necesariamente deben llevar. Por ello la regulación debe hacerse con la onda en descenso, y se les conoce como reguladores de recorte de onda descendente. Estos reguladores incorporan un transistor MOSFET.
También el eje de ordenadas es la intensidad y el de accisas el tiempo.



En este caso el recorte de la onda es descendente pero el efecto final, el de ahorro, es el mismo que el comentado anteriormente.

Esta actuación se representa así:






¡Vaya lío!

Para facilitar la selección algunos fabricantes han creado un sistema, razonablemente sencillo, para averiguar el comportamiento de un regulador, respecto a las cargas conectadas al mismo.

Consiste en un dibujo que representa una rampa ascendente y una o dos de las tres letras mencionadas.

Las cargas también llevan el mismo sistema para saber si pueden asociarse o no con los reguladores y así podemos establecer una asociación de unos con otras.





















Observemos que son compatibles cuando comparten alguna letra.

Veamos como representa su comportamiento un fabricante de transformadores electrónicos:



Hemos mencionado la posibilidad de utilizar en los reguladores componentes del tipo diac-triac, tiristores y transistores MOSFET.
Uno de los motivos es, rizando el rizo, lograr tiempos de conmutación más rápidos y así conseguir que la respuesta a la acción de mover el potenciómetro sea inmediata.
Esta sofisticación hace que se fabriquen modelos como el que se presenta a continuación y que incorpora un microprocesador:


Dispone de 6 modos de funcionamiento que son los siguientes:
• Regulación de luminosidad con el potenciómetro, encendido y apagado progresivos, con el pulsador se apaga o enciende.
• Regulación de luminosidad con el potenciómetro, encendido y apagado normal, con el pulsador se apaga o enciende.
• Simulador de amanecer y ocaso, mientras esté apretado el pulsador va encendiendo y al soltar va apagando.
• Simulador de amanecer y ocaso, con una pulsación comienza a encender y con otra comienza el apagado.
• Temporizador para luz de escalera con apagado progresivo.
• Control desde el puerto serie de un ordenador.
¡Una autentica maravilla¡

La regulación de los tubos fluorescentes.





Los primeros intentos consistieron en colocar, en el equipo del tubo, un transformador de precaldeo de cátodos e intercalar un dimmer de los descritos, es decir de incandescencia. El tubo debía ser del tipo T12, es decir de 38 Ø y debía incorporar una banda de encendido a lo largo del mismo, y conectada a tierra.
Era necesario, además poner una precarga, por ejemplo una bombilla de 25W.
¡Demasiada cosas¡

En la actualidad existen balastos electrónicos regulables a disposición de quien los desee:



• Para un tubo de 18, 36 y 58 W como tubos más usuales.
• Para comandar dos tubos de 18, 36 y 58 W.
• Finalmente y de momento, con un sólo balasto poder actuar sobre 4 tubos de 18W.
Esto es importante porque el costo de un balasto para regular un tubo se aproxima al precio del que actúa sobre dos.
Lo mejor, desde el punto de vista económico, es colocar el menor número de balastos para regular el mayor número de tubos.
Por desgracia no se fabrican, de momento, balastos regulables para cuatro tubos de 36 W.

Existen dos formas de regulación:

1. Con balastos electrónicos regulables, analógicos.
2. Con balastos electrónicos regulables digitales.

Balastos electrónicos regulables analógicos.
¿Cómo son los balastos de esta categoría?

Tienen unas medidas parecidas a las que aparecieron antes, que descubren la posibilidad de incorporarlo en cualquier luminaria o regleta fluorescente:


Basan su funcionamiento en un estándar, conocido como 1-10 V C.C., consistente en incorporar en su interior una fuente de tensión continua conectada a los bornes ± 1-10 V.
¿Cómo se les impulsa?

De dos formas: Una activa, conectando a esos bornes una tensión, continúa, por supuesto, en oposición y variable de 1 a 10 V, solución que casi no se utiliza.
Otra, pasiva, que consiste en conectar los bornes ± de un potenciómetro especial a los bornes ± del balasto.



¿Qué ocurre si se cortocircuitan esos bornes, es decir, si se les puentea?
No pasa nada, simplemente que el nivel de emisión de luz desciende al mínimo y así pueden estar indefinidamente.

Aplicaciones:
• Ahorrar consumo, hasta un 75 %, aprovechando la luz natural.
• Permitir un encendido, casi instantáneo, en situaciones de frío intenso, por ejemplo -20º C.
• Permitir un ahorro importante en lugares de paso poco frecuentes, al estar en situación de espera (nivel mínimo).

Justificación de lo expuesto en el párrafo anterior.

Imaginemos una fotocélula o fotorresistencia como la representada a continuación:



Y dispuesta en el techo:
Puede actuar sobre varias luminarias, regulándolas para conseguir un nivel deseado de 500 lux, por ejemplo en el plano de trabajo, jugando con la aportación de luz que entra por la ventana y así ahorrando energía, hasta un 75%.








¡Casi nada!

El otro punto mencionado.

Sabida es la dificultad de encender un tubo fluorescente a temperaturas bajo cero.
Pues bien, gracias a la situación de espera, cortocircuitando los bornes ± 1-10 V, se puede lograr un encendido instantáneo, al quitar ese puente, lo que significa una gran seguridad en el trabajo.

Vamos a por el tercer ejemplo.

Imaginemos un almacén muy visitado, que por su gran superficie obliga a una iluminación general…
Podemos eliminarla, activando sólo los lugares donde se va a dejar la mercancía.
¿Cómo?
Con detectores de presencia que cortocircuiten los balastos donde no hay actividad, dejando los tubos listos para activarlos cuando sea necesario.

Hemos visto utilidades de la regulación analógica de los tubos fluorescentes y aplicaciones para ahorrar.

La regulación de las lámparas compactas integradas.







Son aquellas que llevan casquillo E 27 o E 14.
Hasta hace poco no se podían regular.
Después salió al mercado un modelo que se podía regular al 50% , simplemente mediante una simple desconexión y conexión en un intervalo de 3 segundos. Gracias a este sistema se podía conseguir un ahorro del 50%.
Finalmente ha aparecido la regulable con dimmer.

Cuando hablemos del sector industrial trataremos de otros sistemas, digitales, de regulación.

jueves, 10 de diciembre de 2009

El equipo electrónico de encendido del tubo fluorescente.

¿Qué es un balasto electrónico?


Lo de balasto o “balastro”, que así también lo nombran, tiene su antecedente en las piedras que se colocan debajo de las vías del tren para amortiguar su marcha.


¿Por qué se colocan, cada vez más, en las regletas y en  luminarias fluorescente?


Vamos a averiguarlo porque hay muchas razones.


La reactancia convencional en el equipo de encendido del tubo fluorescente significa un valor añadido al consumo y puede llegar a representar un 25% más de este, hasta el punto que un equipo del modelo 58 W  se convierte en un consumidor de hasta 75 W.


Por esta circunstancia y puesto que no podía prescindirse de este elemento, C.E.L.M.A., (Federación de Asociaciones Nacionales de fabricantes de luminarias y componentes eléctricos para luminarias en la Unión Europea)  estableció un criterio mediante el cual se calificaba a las reactancias igual que a los electrodomésticos pero con otra secuencia de letras:


A1, A2, A3, B1, B2, C, D


Y en la serigrafía de la reactancia se debería apreciar de la siguiente expresión: EEI = C


EEI es el índice de eficiencia energética.
Los modelos de eficiencia D dejaron de estar admitidos en el año 2003.
Los modelos de eficiencia C dejaron de estarlo en 2005.


Observamos cómo se está llegando a unos límites muy estrictos del consumo accesorio.


A los modelos By B1 se les conoce como bajas pérdidas y muy bajas pérdidas.
Los modelos A0, A1, A2 pertenecen a los balastos electrónicos y puede decirse que no consumen prácticamente nada porque añaden un rendimiento adicional al tubo al trabajar en alta frecuencia, por lo que son conocidos también como balastos de alta frecuencia.


¿Cómo son?
Exteriormente tienen este aspecto:










Los balastos electrónicos, como los electromagnéticos, son dispositivos limitadores de la intensidad del arco eléctrico, que una vez cebado, va “in crescendo”, evitando así la destrucción del tubo por avalancha de portadores de carga.


El uso de la electrónica da lugar a unas características que no se pueden conseguir con los balastos electromagnéticos como por ejemplo:
·       Una mayor calidad de luz, al eliminarse el parpadeo, ya que el arco oscila pero lo hace de forma muy rápida y no se percibe.
·       Por la misma razón se elimina el peligroso efecto estroboscópico.
·       También se aumenta el flujo luminoso del tubo, del orden del 10%.
·       La vibración, baja pero perceptible, de las reactancias convencionales, desaparece.
·       Encendido rápido o inmediato de los tubos.
·       Con él se suprimen los parpadeos y el efecto estroboscópico.
·       Se aumenta el confort y se disminuye la fatiga visual.
·       Pueden funcionar en corriente continua.
·       Si una lámpara se agota, un mecanismo interno apaga inmediatamente el equipo, sin provocar molestos destellos.
·       Ahorro de energía de hasta un 25 %.
·       No necesita cebadores ni condensadores.
·       Alargan la vida de las lámparas con el consiguiente ahorro. Esto se debe a que al funcionar a menor intensidad se desgastan menos los cátodos y las sustancias fluorescentes de las paredes del tubo.
·       Incorporan filtros de armónicos.
·       Posibilitan una disminución de la fatiga visual.
·       Disipan muy poca energía en forma de calor con el consiguiente ahorro en aire acondicionado.
·       Hay modelos que permiten regular el flujo luminoso, incluir automatismos o incluso informatizar el sistema.
·       Están protegidos contra transitorios y trabajan en un amplio rango de tensión.
·       La lámpara  funciona más cerca de su temperatura óptima de servicio.
·       Hay modelos para uno, dos, tres y cuatro tubos, lo que facilita su cableado.


Existen varios tipos de balastos electrónicos:


- De encendido instantáneo: Producen el encendido de la lámpara en un tiempo prácticamente nulo, sin precalentamiento previo de los cátodos. Se recomienda su uso en zonas donde no se produzcan más de tres encendidos al cabo del día.
- De encendido con precalentamiento: Se produce el encendido en un tiempo de aproximadamente un segundo. Previamente los cátodos de la lámpara son precalentados, lo que origina un encendido suave pero no instantáneo.
- Regulables: Permiten la variación de la intensidad luminosa desde el 1 % lo que significa altas cotas de confort visual y un ahorro que puede llegar hasta el 75%. El encendido es suave con precaldeo.
Pueden ser analógicos o digitales. En los analógicos la regulación es por señal 1-10 V. Los digitales permiten gestionar el punto de luz y dirigirlo de nuevo, por programación, sin tocar la instalación.


Más ventajas:


·       Reduce notablemente el consumo de energía eléctrica, respecto a los convencionales, del orden del 25%.
·       Su utilización disminuye la carga térmica de la iluminación con lo que se consigue una importante reducción de la factura eléctrica correspondiente al aire acondicionado.
·       También se reduce el gasto de reposición de tubos.
·       El balasto de alta frecuencia trabaja con un factor de potencia que se aproxima a la unidad.
·       La emisión de armónicos a la red eléctrica es mínima.
·       También lo es la emisión de radiointerferencias.
·       Admiten un amplio margen de tensión, sin variaciones del rendimiento luminoso.
·       Incorporan un circuito de detección de sobretensiones.
·       El peso de este balasto es considerablemente más bajo que el electromagnético.